-¿Cómo sé que en verdad estoy hablando con Kwan Yin?
Lo único que tienes que saber de mí es que te Amo. ¿Alguien que te ama no querría entregarse a ti? Así, yo me entrego a ti. Te acomoda ahora, por tus elevados auto juicios, que sea el Espíritu a través de mí quien te hable.
- ¿Quieres decir que tu voz es la del Espíritu?
Cada voz lo es. La voz de cada Maestro de Dios lo es. Algunos necesitan identificarse con la parte, es decir, con ciertas características que les son necesarias, en este caso, la compasión.
- ¿Está mal? ¿Debería identificarme con el Espíritu para abarcar el todo y no concentrarme en una parte?
Tendrías que identificarte con nadie, llámese Espíritu Santo, Ángel o Maestros Ascendidos para entonces ser el Amor que la Divina Presencia manifiesta. El fin último no es que hables con el Espíritu Santo, sino que lo manifiestes, así entonces no habría cualidades o carencias de las que nazca la necesidad de identificarse en búsqueda de la paz.
- Quiero ser especial.
Esa es una identificación con una falsa realidad o ilusión. Si asocias la felicidad con la obtención de un algo externo estás destruyendo tu propia posibilidad de alcanzar tu completitud, tu paz, y privas a los demás de tu Presencia Divina. No pienses que no tienes o que careces de algo, no pienses en cómo te ven los demás, no piense qué te gustaría que los demás deberían sentir por ti. Deja ir esos pensamientos, no sirven.
Servir significa amar a los demás como te amas a ti mismo. No puedes amar a alguien más que a ti mismo. Eso es imposible. El amor es Uno y el mismo. Pero si así lo sientes, entonces te estás ocultando el amor que sí te tienes, y nada que deseé ocultar el amor disfrazándolo, es verdadero. No se trata de comenzar a amarte a ti mismo, debes saber que esa es ya tu naturaleza, sólo debes recordarlo. Te suena esto conocido, ¿verdad?
- Si, lo he escuchado mucho últimamente. ¿Qué práctica debo llevar a cabo para recordar esto?
Debes ejercitar tu memoria espiritual, estudiando, perdonando, meditando, pero sobretodo orando. Dirígete a Dios siempre y en cada acción y pensamiento, en cada momento, y así se fortalecerá Su Divina Presencia en ti. No te identifiques contigo mismo, con tus cualidades y virtudes o flaquezas y errores. Son todos ellos falsos. En vez de eso, fluye. No te asocies ni con el Espíritu, eso es definir límites. Es como decir: tú llegas hasta aquí, en dónde yo comienzo. Por principio, “él, tú y yo” habla de una separación. No te asocies. Permite que el Espíritu mismo entre en ti, sea en ti, haga casa en tu corazón (¿Te suena familiar?). Nadie notará que es Su Voz la que habla a través tuyo, pero en sus corazones anidará la semilla de la verdad, esperando germinar.
-¿Cómo lo permito? ¿Qué hago para que sea así?
No te interpongas (Umh, también esto lo has escuchado, ¿verdad? Jajaja). Ni siquiera pienses: “¡Estoy ayudando!” . Mucho menos te califiques. No hagas nada para demostrar lo correcto o contrario de los demás. Tú no decides cuándo aparezca el Espíritu Santo a través de ti. La presencia del Espíritu Santo no es un acto voluntario. Lo único que debes hacer con tu voluntad es no interferir con tu miedo. Entonces Él se manifestará en ti.
-¿ Eso no sería entregar mi libre albedrío?
Eso sería utilizarlo realmente.
-Gracias amada Maestra.


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